PSICOLOGIA EN PAREJA

TIPOS DE ATRACCIÓN


Atracción de amistad:

Según la autora, es el tipo de atracción que se siente cuando una persona te atrae porque disfrutas de su compañía y te agrada. Según los datos que obtiene Heidi Reeder, sería la más común. De hecho, el 96% de los entrevistados, sentían en la actualidad este tipo de atracción y de hecho, con el paso del tiempo, 2/3 consideraron que incluso había crecido con el tiempo.

Atracción romántica:

Sería, considerar a un amigo físicamente atractivo pero sin el deseo de mantener una relación romántica con él. Casi la mitad de los encuestados, dijeron que, ciertamente, al principio de la relación de amistad, el tipo de atracción o interés que sentían, era más de carácter romántico pero, que con el paso del tiempo, este sentimiento fue desvaneciéndose. Una frase común entre los entrevistados era: “Ahora que ya se como es realmente, no podría salir con él/ella”.

Atracción física / sexual Subjetiva:

En este tipo de interés, se considera a un amigo físicamente atractivo y posiblemente, hay un deseo de que las relaciones sexuales formen parte de esa relación. Al principio, 1/3 de los entrevistados sí que sintieron esta forma de atracción pero con el paso del tiempo, más de 2/3 dejaron de sentirla. Se vio además, que este tipo de atracción es más probable que con el paso del tiempo, en lugar de aumentar, disminuya.

Atracción física / sexual Objetiva:

En este caso, se considera a un amigo físicamente atractivo pero sin sentir atracción física hacia él. Más de la mitad de las personas entrevistadas experimentaron este tipo de atracción.

Aunque estas formas de atracción pueden darse por separado o juntas, en diversos grados, e ir en una dirección o en ambas, pudiendo permanecer en el tiempo o cambiar a lo largo del mismo, la forma más frecuente de atracción es la atracción de amistad,seguida de la atracción sexual / física objetiva y la atracción subjetiva. La forma menos frecuente, es la atracción romántica.

¿Tenemos un problema?


¿Tenemos un problema? De todos es sabido que todas las parejas pasan por crisis por diferentes etapas pero ¿cuánto duran? ¿cuándo podemos hablar de que tenemos un problema? ¿cuándo debemos acudir a una terapia?

Crear una pareja es elegir un compañero de vida que cambiará y evolucionará según pase el tiempo. Se pasará por diferentes etapas en la pareja y se enfrentarán a diversos conflictos y situaciones difíciles que pondrán a prueba las bases de la pareja. Es cierto que las relaciones tienen diferentes etapas y pasan por épocas, pero en la base de estas etapas y su resolución anhidan los problemas de estructura de pareja. Se pasa por etapas diferentes que en ocasiones parece que se “arreglan” con el tiempo, pero lo que ocurre es que desaparece la situación y las dificultades de estrategias de pareja se adormecen para el siguiente ciclo. Es de vital importancia que ante una dificultad en la pareja se acuda a un profesional, este observará de un modo objetivo las dificultades que hay en la misma y sacará el máximo partido de ella, de este modo la crisis o dificultad se convertirá en la lotería de la pareja, tras ella la pareja revivirá el amor, disfrutará el uno del otro y se respetarán. No se debe de esperar a ver qué pasa, para ver si se arregla; si la relación hace daño, el sentimiento hacia el otro se convierte en rabia, descontento o desgana, lo mejor es acudir a una terapia para visualizar de manera objetiva los puntos fuertes y dificultades de la pareja. El terapeuta gestionará los conflictos y favorecerá una adecuada comunicación.
No pierdas ni un segunda, comienza tu nueva vida como pareja.


Mitos sobre las relaciones de pareja y la sexualidad

  • En una buena relación de pareja, él y ella deben hacerlo todo juntos → Este mito surge del ideal de amor romántico en el que ambos miembros de la pareja convivirían en una fusión total, convirtiéndose en uno solo. Sin embargo, está comprobado que mantener espacios propios favorece el buen desarrollo de la pareja.
  • La pareja ideal es aquella en la que sus miembros conocen todo el uno sobre el otro → Para combatir este mito muy extendido, se parte de la idea base de que el total y absoluto conocimiento de todo lo relativo al otro resta atractivo, se considera incompatible y disminuye el deseo. No se trata de tener secretos, sino más bien, mantener ciertas dosis de sorpresa, novedad o misterio.
  • Tener un hijo ayuda a mejorar la relación de pareja → Si una pareja no tiene bien asentadas sus bases, principios y valores antes de tener descendencia, este hecho no hará que la relación vaya mejor a pesar de que el nacimiento de un hijo pueda suponer una gran alegría; más bien ocurre todo lo contrario, ya que todo lo que supone la crianza y cuidado de un bebé saca a relucir y exacerba aquello que no está bien construido.
  • Antes de trastocar la vida de un hogar, es mejor seguir con un matrimonio infeliz → En caso de que un matrimonio o una relación de pareja esté definitivamente rota, es preferible una buena separación que una vida en común alterada y provocadora de malestar. Esta idea suele estar muy arraigada en el caso de matrimonios con hijos en los que se considera que el bienestar de éstos únicamente depende de que sus padres estén juntos, sea de la forma que sea.
  • En el verdadero amor, el otro sabe en todo momento que es lo que uno piensa y siente → De nuevo este mito surge del ideal de amor romántico en el que se supone que, derivado de la fusión total, sólo existe una mente pensadora, por tanto uno en todo momento puede (y debe) saber que es lo que piensa o necesita el otro. Es cierto que, tras varios años de relación es posible saber esto en algunos momentos, pero no siempre ya que a pesar del tiempo se siguen siendo dos personas con dos formas de pensar y actuar propias.
  • A ciertas edades ya no es posible tener relaciones sexuales → El sexo no es algo dependiente de la edad sino más bien del deseo, de la imaginación y de la interpretación del mismo que hagan los miembros de la pareja. Aunque ya no exista capacidad reproductiva sigue habiendo sexualidad.
  • Tener sexo sólo es llegar al orgasmo → Es común pensar que si los dos miembros de la pareja no llegan al orgasmo, la relación sexual no cuenta o a sido negativa, sin embargo es necesario tener en cuenta que en el sexo no solo cuenta el llegar a este momento sino también otros actos (besos, caricias…) que producen placer.
  • Todo contacto físico debe llevar a un encuentro sexual → Besarse, abrazarse, acariciarse… son actos que forman parte de la relación sana y normal de cualquier pareja y no necesariamente deben conducir a una relación sexual, en algunas ocasiones sí y en otras no dependiendo del lugar, el momento o la situación en la que esa pareja se encuentre.
  • No importa el estado anímico y personal, siempre hay que tener ganas de mantener relaciones sexuales → Como se ha comentado en puntos anteriores, el sexo está muy relacionado con el deseo, la imaginación, el juego… por esto cuando se tiene un estado de ánimo más bajo que de costumbre, quizá no se tengan las mismas ganas de mantener relaciones sexuales. No obstante, sí se sabe que, a la inversa, mantener relaciones sexuales mejora el estado de ánimo debido a la liberación de endorfinas entre otros aspectos.

Miedo a discutir, cómo afrontarlo de un modo adaptativo
Miedo a discutir, cómo afrontarlo de un modo adaptativo
Existen parejas en las que, tras algunas primeras sesiones iniciales, parece observarse una especie de fobia a la discusión; este hecho parece que se relaciona con que la pareja en sí no vaya bien, por lo que los miembros de la misma tienden a evitar estas situaciones a toda costa. Sin embargo, ¿no discutir nunca es signo de buen curso en una pareja?
Para responder a tal cuestión, en primer lugar sería conveniente analizar el proceso por el cual se llega a la necesidad de evitación y escape de aquellos contextos en los que se pueda estar en desacuerdo con la pareja; éste sería algo así como lo que sigue:
Intento de comunicación–> Discusión –> Malestar –> Dificultad para establecer un nuevo diálogo
Observando tal gráfico, es posible darse cuenta que una de las claves es el malestar que se genera tras la discusión, y es que, sobre la base de ese malestar es más que probable que existan determinadas ideas, quizá no demasiado realistas, que lo mantengan y a su vez doten a la discusión en sí de una connotación negativa y, por tanto, de necesaria evitación.
Algunas de esta posibles ideas son las siguientes:
  • “Si no estamos de acuerdo, no somos compatibles”.
  • “Como no estamos de acuerdo, no me puede comprender”.
  • “Es necesario siempre llegar a acuerdos en cualquier discusión”.
Del mismo modo, aquellas discusiones generadoras de malestar y sufrimiento se caracterizan, entre otras cosas, por:

  • Faltas de respeto (insultos, reproches…)
  • Ausencia de la escucha activa.
  • Pérdida de los turnos de palabra.
Así pues, teniendo en cuenta todo lo dicho hasta este punto, cuando aparece esta cuestión dentro de una relación de pareja será necesario un trabajo profundo que ayude y logre modificar ciertas creencias y modos de actuación como:
  • “En una pareja no se puede discutir, si no es que está mal” → A menudo se identifica discutir con pelear, sin embargo, más que esto la discusión llevada a cabo de un modo respetuoso, tranquilo, empático y constructivo supone un intercambio de opiniones que incluso es posible que enriquezca. Además, la concepción de la discusión como una pelea o lucha implica su afrontamiento de un modo agresivo-defensivo que en ningún caso ayudará a lograr un posible entendimiento.

En este punto, también es necesario comprender y aceptar que los miembros de una pareja son dos personas diferentes, provenientes de familias diferentes, con ideas, opiniones y costumbres diferentes; si ambos componentes fueran coincidentes completamente en todo, no serían dos sino la misma persona.
  • “Si no se llega a acuerdos, no es posible acabar la discusión” → Es necesario aceptar que en ocasiones será posible llegar a acuerdos y en otras no; igualmente, también es posible detener una conversación y que ésta se retome en otro momento más adecuado si se considera que por la razón que sea no se va a llegar a buen término.
  • “Es mejor callarme y no decir nada que llegara a discutir” → La discusión llevada a cabo de una forma constructiva y respetuosa no ha de conducir a nada negativo, por tanto, no es necesario que sea evitada; del mismo modo, evitar constantemente conduce a una acumulación la cual, ante la no descarga, es probable que recale en una discusión llena de reproches y finalmente generadora de nuevo de malestar.
Con todo esto, y realizando una intervención en estas y otras áreas y constructos es más que probable que la discusión en sí vaya dejando de concebirse como algo negativo y generador de malestar, para pasar a convertirse en un intercambio normal, habitual e incluso necesario en la pareja para que ésta curse de un modo sano y adaptativo.

Por qué siguen juntos

Muchas veces nos preguntamos por qué hay parejas que siguen juntas cuando lo que prima en ellas, es una relación conflictiva. Una relación donde las discusiones son continuas, donde las peleas, los gritos, las faltas de respeto están presentes día a día y donde el desgaste emocional ocasionado es tal, que llega incluso a afectar a la salud física y mental de los miembros de la misma. ¿Por qué no se separan las parejas entonces? A continuación, se describen algunos de los motivos que pueden estar detrás.
  • Miedo a sentirse solo. “Qué voy a hacer solo el día de mañana”; “Por quién me voy a sentir valorado”; “Quien me va a apoyar y ayudar”. 
  • “Más vale malo conocido,…”.
  • Por el que dirán. Los comentarios de familiares, amigos, o personas conocidas toman mucha importancia para la pareja.
  • El posible cambio en las relaciones de amistad. “Vamos a tener que compartir los amigos”. “No se va a poder hacer actividades en grupo como antes”.
  • Dificultades económicas.
  • Por los hijos. “Aún son pequeños”.
  • “No tengo a donde ir”.
  • Motivos religiosos. 
  • Dificultades con la familia de origen: no hay apoyo, falta de límites, obstaculizan posibles decisiones,…
  • La relación con la familia política, puede cambiar o incluso puede llegar a terminar. El trabajar con familiares políticos, puede traer la pérdida del trabajo.
  • “Me van a etiquetar como el/la malo/mala de la película” 
  • “Si no tengo pareja no voy a ser feliz”. Para ser feliz, para estar tranquilo, para disfrutar del día a día, no necesitamos de una pareja ni de nada que sea externo a nosotros. La capacidad de ser feliz, radica en nosotros mismos; está dentro de nosotros.
  • “Son muchos los años que llevamos invertidos en la relación como para terminar ahora con ella”
  • “Seguro que cambiará”. Se tiene la creencia que con el paso de los años determinados aspectos de la pareja a los cuales nos cuesta adaptarnos, van a cambiar. Nos ponemos una venda en los ojos, en lugar de aceptar la realidad.

Una relación sana de pareja
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¿Siente que en su relación de pareja, el apoyo es mutuo? ¿Disfruta de tiempo de calidad en pareja sin renunciar al tiempo con amigos y familiares? ¿Considera que hay una buena comunicación? ¿Siente que se le escucha? ¿Hay respeto, confianza, entendimiento? ¿Se sienten a gusto el uno con el otro?

Efectivamente, todas las parejas viven momentos en su relación donde están presentes tanto aspectos positivos como aspectos negativos, pero, si ha contestado afirmativamente a cada una de las preguntas efectuadas, estamos hablando de que ustedes, tienen una relación sana de pareja.

No es algo que se pueda conseguir de un día para otro; requiere de tiempo. Al fin y al cabo, una relación de pareja se ha de cuidar, se ha de mimar y se ha de alimentar todos los días, para poder evitar así caer en el aburrimiento y en la rutina.

A continuación, se presentan algunas características que han de estar presentes en una relación para que esta sea considerada como sana:

  • Se muestran con naturalidad en su relación, tal y como son, sin verse en la obligación de hacer o decir cosas que no se desean por agradar a la pareja.
  • Disfruta de la compañía de su pareja cuando hace cosas. Si es así, significa que disponen de tiempo de calidad.
  • Cada uno de los miembros de la pareja mantiene su espacio, es decir, se es capaz de compartir tiempo con sus amigos o su familia y se disfruta de aficiones de manera individual.
  • Siente que su pareja le apoya
  • Siente que su pareja le escucha
  • Siente que hay respeto
  • Es capaz de reconocer los errores que ha podido cometer, dejar el orgullo a un lado y decir “lo siento”. Al fin y al cabo, no se es perfecto.
  • Su pareja es como es, y se le acepta con sus defectos y virtudes. No se hace por cambiar al otro.
  • Los criterios de cada uno de ustedes pueden ser diferentes y no por ello se ha de dar mayor valor o importancia a unas opiniones sobre otras. De hecho, se puede expresar como se siente o que opina sin miedo a ser rechazado o sea un motivo de discusión. De esta manera, sus puntos de vistas son tenidos en cuenta y su pareja muestra interés por lo que quiere decir.
  • No se impone los deseos de uno sobre los del otro. Hoy elige uno el plan a realizar y la semana que viene, lo elige el otro.
  • No hay muestras de violencia verbal ni física.
  • Hay confianza
  • Hay honestidad
  • Si no deseo en ese momento mantener relaciones sexuales con mi pareja, tengo libertad para expresarlo sin que ello implique una discusión. Las relaciones son consensuadas, es cosa de dos.
  • Se buscan soluciones a los distintos problemas que se estén dando en la relación, dejando de lado las faltas de respeto, las amenazas, las reacciones desproporcionadas o los chantajes emocionales.


Es frecuente encontrar en consulta, parejas que deciden acudir a terapia cuando se dan cuenta de que discuten de forma habitual. Del mismo modo, cuando una pareja lleva un periodo de tratamiento y se van consolidando sus mejorías y cambios, en ocasiones aparece un miedo a volver a discutir o tener opiniones diferentes. Sin embargo ¿discutir o debatir es malo?

Para responder esta cuestión es necesario profundizar en el tema y observar que, en la base de la idea de que discutir en pareja es malo se encuentra otra idea igualmente arraigada en la sociedad la cual dicta que, la pareja ideal está de acuerdo en todo ya que son mitades de una misma naranja en la que la realidad es la misma para ambas partes.


No obstante, es necesario aceptar que algo aparentemente tan aceptado y transmitido generacionalmente no es exactamente cierto y conduce frecuentemente a creencias falsas a raíz de las cuales la pareja no se puede construir de forma sana. En este sentido, es igualmente necesario aceptar que los miembros de una pareja son personas independientes, provenientes de realidades, vivencias y experiencias diferentes, los cuales han de co-construir una nueva realidad propia en la que se pueda aunar aquello que porte cada uno de ellos. Se trata por tanto de, a partir de lo traído por uno y por otro, a partir de la realidad de uno y otro, construir otra conjunta y propia que proporcione identidad a esas personas.

Así pues, desmontando esta falsa creencia sí se puede aceptar que los miembros integrantes de una pareja, debido a sus diferentes realidades, vivencias y experiencias, puedan tener opiniones distintas las cuales conduzcan en ocasiones a una discusión o debate sin ser esto perjudicial.

Sí es de relevancia destacar que, del mismo modo que desde esta perspectiva, no es desacertado, es necesario tener en cuenta el cómo se hace, aspecto que sí puede resultar dañino, agresivo o invasivo para el otro si no se lleva a cabo de una forma respetuosa, empática y tranquila.

Con esto, algunos recursos útiles para debatir de forma adecuada son los siguientes:

  • Aceptar que la pareja no es uno mismo y no se tienen por qué compartir siempre todas las mismas ideas.
  • No interpretar como signo de deslealtad o traición el pensamiento diferente o contrario al propio.
  • Si uno no se encuentra con el ánimo adecuado para expresar algo de forma respetuosa y tranquila, mejor dejarlo para otro momento.
  • Antes de decir algo, intentar ponerse en el lugar del otro para tener en cuenta cómo puede sentar y cómo se puede recibir lo que se va a decir a la otra persona.
  • Escuchar y no interrumpir.
  • Si no se tiene claro aquello que se quiera comunicar, escribirlo para tener tiempo de organizar ideas.
  • Ante las primeras señales de alteración por alguna de las dos partes, parar la conversación y continuarla en otro momento más apropiado.
¿Hace cuánto tiempo no quedas con tu pareja?, ¿Hace cuánto tiempo no os vais a cenar o a dar una vuelta los dos solos?, ¿Hace cuánto tiempo no pasáis un buen rato juntos en pareja?

Debido al ritmo de vida que se lleva, cada vez es más habitual caer en la rutina en la que te encargas de que el trabajo vaya bien, los niños vayan bien, la casa vaya bien… pero sin querer se descuida que la pareja también vaya bien… Entre semana se llega a casa muy cansado y se suele dedicar el rato de después de cenar a ver la televisión o a meterse en la cama, y los fines de semana, se suelen hacer planes en familia para disfrutar de los niños a los que habitualmente no se suele ver mucho entre semana. Entonces, ¿Cuándo le dedico tiempo a mi pareja?

Con mi pareja solo comparto las conversaciones sobre los niños, las tareas del hogar, la habitación, las roces de la convivencia… pero, ¿Cuándo comparto mi parte divertida?, ¿Cuándo le dedico un rato agradable solo a mi pareja?, ¿Cuándo tenemos un rato para reírnos, hablar o para cuidarnos el uno al otro? Sin querer, a nuestra pareja sólo le estamos dando nuestra parte negativa, nuestros momentos del día a día rutinarios y eso acaba pasándonos factura.

Es fundamental que las parejas pasen tiempo en pareja, para ellos solos. No es una cuestión de cantidad, sino una cuestión de calidad ya que tu pareja también es otra área de tu vida que necesita ser cuidada dedicándole buenos momentos. A ambos miembros de la pareja les es necesario pasar tiempo con el otro para recordar también aquellas partes del otro que le gustan, que le enamoran, que le hacen que seguir juntos merezca la pena.




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